No se qué me anda pasando últimamente en ese sentido.
Estoy tan mentalizada a lo estresante que es atravesar la ciudad al volante (y cuando digo atravesar es LITERALMENTE ir del punto A al punto Z) que he decidido tomarme este asuntito con soda: ser la gran mujer británica de pelo rubio recogido, vestido negro al cuerpo y sandalia taco alto que maneja el último BMW por las amplias avenidas de algún país europeo y luego sale a una ruta paradisíaca, con un verde frondoso de un lado y el mar de la otra, todo desierto, por supuesto, no circula ni un alma, y ella va y va en su burbuja de auto último modelo.
Mentira.
Subestimas mi sentido común haciéndome creer que alguna vez en mi puta vida voy a poder andar con esa paz por alguna ruta (la que no tiene un auto es porque está llena de baches!), aunque más no sea en triciclo.
En fin, así iba yo en mi NO bmw sobreviviendo estoicamente al quilombo de Ricardo Rojas-CPC-Rafael Núñez, aún en paz, con la ventanilla ligeramente baja para que entre la fresca (fresca tu vieja) y pura (purifícame esssta) brisa citadina, cuando ingreso a la Costanera , esa vía rápida y ágil (justamente!) que lo lleva a uno por las márgenes de nuestro querido Río Suquía (Sr. Gobernador: hermosas las obras de embellecimiento del río, pero olvidó que del otro lado tenemos un testimonio a la decadencia… y NI quiero entrar en el temita ambiental).
Tan pero tan en paz iba que en DOS oportunidades –si, DOS- cedí el paso a los autos que intentaban ingresar a costanera desde las calles aledañas. Si. EN DOS. Y en cada oportunidad entraron como cuatro.
Voy a ser sincera: la primera vez fue pura gentileza. Pero el viejo vigotudo que iba atrás mío no lo tomó tan así. Ah nooooooooo. El ataque de histeria que le agarró al muy urbanizado. Bocina, señas de luces y alaridos que por supuesto desde mi auto no pude escuchar formaron parte de su ataque de histeria, todo acompañado por un movimiento de manos ya diría atorado, revoleaba la muñeca de acá para allá al mejor estilo Flamenca.
Un berrinchito más o menos. Yo lo miraba a través de mi espejo retrovisor y me tenté de ver lo gracioso que quedaba su vigotín moviéndose huracanadamente de arriba abajo y de derecha a izquierda como una especie de cien pies con epilepsia, cada vez que el viejo vigotudo largaba una puteada-
Ah nooooooooooo, para qué! A mi nadie me agita señor Cuatrochi. NADIE.
Por supuesto la próxima oportunidad que tuve volví a ceder el paso y de nuevo el escándalo.
Le voy a decir una cosa, señor culo de botella: YO hago lo que se me antoja, y si hoy me levanté con ganas de ser una conductora piola, cedo el paso cuantas veces se me canta. Para mejor, ahora yo seré agraciada por el destino con al menos 8 cedidas de paso (espero que eso haya quedado registrado en los archivos del Señor) y usted todavía está haciendo tai-chi a ver si se le pasa la amargura que se pescó mientras iba por costanera, por no tener un mínimo ASÍ de paciencia.
Usted, indigNestor. Y Yo me río de Janeiro! JA!.
1 comentario:
JAJAJAJJAJ genia total! Yo sueno con majear un descapotable por California, pero no... ajajaja
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