martes, 23 de agosto de 2011

Testimonio de una vida en desgracia

Hoy fui testigo de la vida de una pobre mina, a la que desgraciadamente le pasaron las mil y una en estos últimos días.
Todo empezó cuando tuve que ir a hacer un trámite al banco, hoy a la mañana. Visualicen tres filas, fila A, fila B y fila C. YO, en la fila B (o sea en la del medio). En la fila A una señora que hacía desde las 8 (ya eran las 9 y diez) que estaba esperando, que resultó ser ÍNTIMA amiga de la señora en la fila C. Las dos a mi misma altura, 30 cms más adelante. HERMOSO! Ser testigo de un encuentro casual entre dos amigas COTORRAS es lo mejor que podía pasarme un martes inicio de semana.
Primero, el MUY incómodo momento de intentar NO escuchar sus intimidades.
Como de todos modos es OBVIO que estás escuchando, lo MÍNIMO que podes hacer es al menos ser lo menos evidente posible, intentando por todos los medios NO MIRARLAS, algo que parece una huevada pero que resulta ser una cuasi misión imposible!. Sobre todo considerando que estaban a mi izquierda y derecha y que se inclinaban para hablar más cerca casi al frente mío.
RESULTADO: Tortícolis aguda al salir del banco, de tanto mirar piso techo piso techo. Techo de bien arriba mío, techo de cerca de la puerta, techo de cerca de las cajas. Piso piso piso, mis piés, los piés de adelante, los pies de ellas, techo, paneo general de pies.
Además, lograr el adrenalínico desafío de llevar la vista del piso al techo SIN CRUZAR MIRADA CON ELLAS.
Un horror de tortura existencial pasar una hora evitando que la gente note que sos chusma y a la vez padeciendo las intimidades que impúdicamente cuentan en voz alta.
La cuestión es que la mina, pobre, tenía una vida complicadísima. El momento bisagra fue cuando la amiga en la fila A le preguntó a la amiga de la fila C: “Che y como andas vos?” con carita de complicidad  tipo diciéndole “sabes que me refiero a ese temita”.
Aaaaaaaaaaaayyy papá! Para qué le habrá clavado el guiñito de ojo.
Ahí arrancó el tsunami de desgracias: arrancó con una enfermedad de la que por suerte había salido, siguió por su operación de rodillas –y acá quiero reproducir el momento en el que ella decía “porque estoy bien viste, camino y todo pero ahí (señala la rodilla) hay cositas como... (sisi, cosITAS, en diminutivo venía la cuestión!)” entonces la otra interrumpe y dice “si, rotitas (obviamente la respuesta tenía que ser en diminutivo también, como para acentuar el tonito de circunstancia)” (WWWWWTTTTTTFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!!!!!).
Terminó en la muerte del hermano y pasó por su madre, sola y delirando en Buenos Aires.  


Na si por dios qué haces en el Banco que no estás sola en una plaza hamacándote y cantando “lala lala laaaala” con un tramontina en la mano!!
Por dios cómo entran tantas malas noticias en un encuentro en el Banco!
Así arranqué mi día. Que se sepa!.

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