Metamorfosis kafkiana...

Cuando este momento llega mi cuerpo inicia una metamorfosis física al mejor estilo KAFKA.

Calor, mucho, subiendo del centro de mis entrañas y saliendo como brasa al exterior por cada poro de mi piel… Calor, mucho; Color también, mucho… Rojo, de ese rojo que se concentra en la zona de los pómulos. Sudor, más aún… el fuego que irradia mi piel chocha contra la barrera de ropa que impide/obstaculiza su libre salida al exterior, el impacto transforma lo gaseoso en líquido e inicia el goteo, primero en la zona ‘frental’ y luego en lo más íntimo del pecho y sus costados.

Todo comienza cuando en plena zona de colapso de tránsito mis dedos, temblorosos, tímidos, inhibidos ante lo que sabe deberemos enfrentar se dirigen hacia ese botón, y aprietan las balizas…

Para estacionar.

Ay mi dios. Primero, ya nomás me estresa encontrar lugar para hacerlo. Segundo, ese desgarrador momento en el que ves un PUTO lugar, pero el torrente de autos que va y va te impide detenerte a maniobrar, por mas balizas que pongas. Cuando se conjugan el espacio disponible y la posibilidad de clavar balizas para hacerlo empieza la segunda parte: hacerlo en el menor tiempo posible para evitar la sinfónica de bocinazos que la gente desconsiderada e insensible te dispara como fechas que atraviesan tu capacidad para hacerlo bien, haciendo que lo hagas para el orrrrrto culpa de un ataque de nervios.

Gracias VIEJO DE MIERRRRDA por arruinar mi maniobra, mi humor y mi orgullo automovilístico. Claaaaaaaaaro, total, vos con ese barcazo que tenés sos TAN HOMBRE, TAN VIRIL, TAN PODEROSO que te parás en doble fila donde se te canta, estacionas para el reverendo orto justo sobre la esquina, si si, ni en una cuadra ni en la otra sino justo ahí, donde SE SUPONE, los autos deben deslizar sus ruedas para ir de Recta a Ticho Brae. Total poco te importa que la mitad de tu auto esté en un garaje o una parada de colectivo. Claaaaaaaaaaaaaaaaaro, así es fácil estacionar!.