La fiaca es EL momento de Gloria.
Me encanta la ironía de que haya un verbo que sea “hacer fiaca” cuando en realidad, la fiaca no es más que la ausencia total de acción. La completa entrega al desgano y la inacción sin culpa. Porque la fiaca es argumento suficiente SIEMPRE. La fiaca es el mejor motivo del mundo. Aquel por el que somos capaces de cambiar el cronograma más pensado y planificado de nuestra historia.. Si la noche anterior pensaste en que mejor te levantabas con tiempo para bañarte y aprovechar para no se qué; la fiaca aparece en los primeros momentos de conciencia para convencerte, en menos de un microsegundo, de que lo mejor es quedarse ronroneando en la cama.
La fiaca es el instinto animal en todo su esplendor. Gatos, perros y hasta iguanas hacen fiaca a más no poder, retorciéndose en la ‘cama’ en las posiciones más excéntricas y placenteras..
Ese momento en el que te estirás y acomodás las sábanas, materializando la YA CLARA decisión de HACER FIACA, ay dios, cuanta delicia. Cuanto placer en sentir el peso de las sábanas y colchas encima nuestro mientras nuestro cuerpo yace en un estado alfa donde estamos despiertos pero dormidos por el puro encanto de sentir que dormimos. Ese ‘no-momento’ en el tomamos la decisión de darle al cuerpo semejante momento de éxtasis, tomando esa ‘no decisión’ de hacer fiaca. Porque en realidad NO decidimos hacer fiaca, la fiaca decide hacernos felices y viene a nosotros a abrazarnos y bailar el malambo del Limbo.
Ay! La fiaca… mi gran compañera. Mi gran amor. La fiaca del fin de semana, la fiaca de la siesta, la fiaca de levantarse cada mañana.
Glorioso momento, ese de hacer fiaca.
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